Las ciudades romanas tenían una estructura básica a partir de dos calles principales que eran el cardo (N-S) y el decumano (E-O). Encontrándose en la intersección de las dos calles el corazón de la ciudad, conocido como el foro (donde se encontraban los edificios más relevantes).
El modelo de organización se repetía en los distintos campamentos romanos que se fueron extendiendo por el imperio.
Además, las ciudades tenían una serie de edificios característicos (termas, basílicas, teatros, templos, arcos del triunfo, etc.
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